lunes, 23 de febrero de 2009

La locura

Supongo que no soy la única persona que “alguna” vez se ha preguntado si su cabeza está bien amueblada (no es que me interesen las últimas tendencias decorativas, es que tengo serias dudas sobre el funcionamiento de mis neuronas), pero me temo que cuando una se lo plantea saliendo del psicólogo la cosa empieza a ser más preocupante. El problema es que llevo toda mi vida preguntándomelo absolutamente todo sobre mí, analizándome minuciosamente, y a la única conclusión a la que he llegado es que no me entiendo (o que no hay quien me entienda –no hay ningún Sancho Panza que me acompañe-, ni siquiera el psicólogo lo ha logrado, y eso que a él le pago). Yo intento tomarme las cosas con calma (también con tilas y valerianas, todo hay que decirlo), me digo que todos somos distintos (ahí todos de acuerdo, sólo tengo que ver una foto de Jennifer López) y que, simplemente, soy una persona más, pero justo ahí está el problema, y es que yo no quiero ser una más (tampoco una menos, no tengo ningún interés en morirme; neurótica vale, pero estúpida no). Pero el verdadero, y mayor, problema de la locura es que cuando estás tan acostumbrada a ella comienzas a plantearte las cosas al revés, e irremediablemente surge la pregunta: “¿seré yo la loca o serán ellos? ( entendiéndose por “ellos” el resto del mundo). Y es que, por mucho que lo intente remediar, no puedo evitar darme la razón (sé que suena pedante, pero es verdad –no ven como no lo puedo evitar-), cuando me dicen que tengo mala leche, yo, realmente, no lo veo así, lo que creo es que no entro dentro de la hipocresía colectiva; cuando me acusan de ser fría o arisca me defiendo diciendo que yo no comulgo con la falsedad, y así con todo; es obvio que no me entienden, pero yo tampoco los entiendo a ellos, así que si yo soy la loca y no ellos es, únicamente, porque la mayoría siempre sale ganando (que no quiere decir que tengan la razón, ni mucho menos, más bien creo que entre tanto bulto la razón acaba por perderse). Ante esta encrucijada sólo veo una salida posible, y es la creación de una itv para revisar y valorar justamente a los cerebros, y no me refiero a las cabezas de todo ese ganado obediente y numeroso que no superaría ninguna revisión (claro está, que no estuviese manipulada), sino para valorar a los genios como yo (por cierto, creo que antes se me olvidó añadir, entre mis características mal entendidas, mi pasión por la ironía).

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